domingo, 23 de abril de 2017

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INNOVACIONES AGRARIAS

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Huertos verticales para las ciudades de África

Las innovaciones en agricultura urbana determinarán el futuro para los residentes en los barrios más empobrecidos del continente


Optimizar y sacar el mayor rendimiento posible al espacio urbano es de vital importancia para las urbes del siglo XXI, en las que la especulación con suelo es ya una tónica. África no es una excepción, y dado las dinámicas de acaparamiento de tierras en las ciudades y un boom inmobiliario evidente, sectores como el de la agroalimentación se ven seriamente perjudicados.
En muchas ciudades africanas la seguridad alimentaria está amenazada. Según la FAO, en muchos hogares urbanos se destina del 60 al 80% de los recursos económicos a los alimentos, lo cual pone en riesgo su suministro si los precios fluctúan al alza. La inseguridad alimentaria, a parte, tiene consecuencias nefastas a nivel de salud, además de contribuir al aumento de casos de obesidad o diabetes en las principales ciudades del continente, así como sucede en otras zonas empobrecidas del planeta.
Si bien la mayoría de alimentos que se consumen en ciudades proceden de zonas peri-urbanas o rurales, la agricultura urbana, practicada por un 40% de los hogares urbanos en África, no solamente permite que los residentes urbanos puedan tener acceso barato a verduras y frutas, sino que además, disminuye la dependencia de transportes que congestionan y contaminan las ciudades. Sin embargo, el problema es el siguiente: ¿cómo fomentar la agricultura urbana si se está especulando con el suelo de las ciudades para construir?
Parecería obvio que la respuesta al dilema de la soberanía alimenticia en tiempos de especulación con la tierra podría ser la agricultura vertical. Sin embargo, las ciudades africanas parecen estar lejos de poder desarrollar huertos verticales que solucionen el acceso a los alimentos en espacios reducidos.
El alto coste de las infraestructuras necesarias; la inestabilidad de una red eléctrica con cortes frecuentes o inaccesible aún en algunos puntos del continente y un ineficiente e inequitativo sistema de suministro de agua dificultan la aplicación de la horticultura vertical en las ciudades africanas. Sin embargo, nos encontramos ya con algunos ejemplos aplicados a las necesidades de las ciudades africanas, que podrían suponer paradigmas a seguir.
En Kampala, Uganda, la pérdida de tierra cultivable a causa de la desertización y el incremento del precio del suelo fértil, han contribuido a desarrollar Ideas For Uganda, una estrategias de supervivencia en la línea de los huertos verticales. Parece que el éxito de las ya quince granjas urbanas en la capital, han despertado el interés de otras ciudades de la región por este tipo de huertos urbanos que economizan espacio y recursos, maximizando los ingresos para los agricultores y reduciendo el coste de los productos agrícolas.



En la vecina Kenia, muchos residentes de los barrios chabolistas de Nairobi llevan algunos años experimentando con otro tipo de agricultura que economiza espacio y recursos. En el slum de Kibera, el paisaje urbano de cableado, tejados de chapa y suelos sin asfaltar se ve alterado por huertos instalados en sacos en lo que ya es una exitosa estrategia agrícola que alimenta y emplea a cientos de personas.



Las innovaciones en materia de agricultura urbana y la capacidad de resiliencia de los habitantes en ciudades africanas serán cruciales para desarrollar estrategias de supervivencia que posibiliten que las urbes del continente sean sostenibles a largo plazo.
JAPÓN

En la futura fábrica japonesa de Spread Co. cuatro de las seis fases para el cultivo de las lechugas están ya completamente automatizadas y no necesitan intervención humana. Tan solo la plantación de las semillas (para la que se está trabajando ya en un sistema automático) y la germinación requieren de la presencia de un humano. En el caso de esta segunda fase hay que controlar que la germinación ha sido adecuada de forma visual, pero no tardarán en poder disponer también de una gestión basada en reconocimiento de imágenes.



Una vez germinada la lechuga, tanto el transplantado, cuidado, recogida y empaquetado son completamente realizados por sistemas y robots, que dejan el producto en perfecto estado y listo para ser distribuido a las tiendas.
En esa fábrica se empezarán a producir hasta 30.000 lechugas en un solo día a partir de 2017, y en cinco años la estimación del fabricante es alcanzar la increíble cifra de medio millón de lechugas al día. El coste de la fábrica será de unas 16 millones de dólares.

El coste inicial de la fábrica es alto pero con la automatización, una vez en marcha, la producción supone un ahorro del 50% que en la agricultura tradicional, además de optimizar mucho más el espacio. Para este tipo de invernaderos de interior se está optando por rehabilitar antiguas fábricas de empresas tecnológicas, especialmente relacionadas con la electrónica.




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